lunes, 4 de mayo de 2009

Autobiografía de un artista de circo

Mi nombre es Carlos Rollete, para los amigos “El Rolo”. Tengo el placer de trabajar en un circo, pero no soy trapecista, tampoco malabarista, soy el indispensable empleado de limpieza, aunque solo limpio la jaula del oso. Nací hace exactamente 25 años, no se muy bien donde, ya que mi padre, también empleado de limpieza, viajaba con el circo por todo el continente, junto a mi madre la mujer barbuda. Lamentablemente no me dieron hermanos, debido a que a los pocos años de tenerme se separaron. Hoy en día mi padre vive en San Miguel de Tucumán sin penas ni glorias mientras que mi madre, una vez divorciada, decidió dedicarse al Marketing de una famosa empresa de depilación en Bs As, Capital Federal, lo cual le permite llevar una vida acomodada en Puerto Madero. Siempre se me hace difícil decidir donde pasar las fiestas de fin de año.
En un pueblito alejado no cerré el candado, gracias a Dios mi amigo, el famoso trapecista Manolo Isósceles se dio cuenta, y no permitió que se repitiera la historia de aquella terrible canción, tan temida por nosotros los cuidadores de osos. A partir de ese momento, cuando evito el fin de mi exitosa carrera, se convirtió en mi mejor amigo del circo. También tengo buena relación con: la enana Manuela (afirma que llego al metro veinte, pero confío que no supera el metro diez); Tomas “el hombre bala” (quien no tiene poco éxito con las mujeres debido a su controversial apodo) y el increíble Mulk (muy parecido físicamente al de la historieta, pero con un nombre muy pero muy diferente). Sin embargo, entre las filas del circo, encuentro un enemigo. Su nombre es Juan Miguel Ramirez Gonzáles de Achavál y limpia la jaula del león. Tanto el oso (mi amigo Pompon) como el león (el bobo de Zimba) son las mayores atracciones del circo, mas allá de que la actuación de mi compañero, supera ampliamente a la de ese gato inútil. Nunca pensé en matar a De Achavál ya que me considero un hombre de bien, pero no me caería mal que tuviese algún pequeño accidente con el león.
Aún recuerdo mi peor día en el circo, el cual nunca relate, pero en este caso haré una excepción. Una terrible noche de invierno, Pompon había comido un poco de carne en mal estado, esto le ocasionó una abominable diarrea dentro de su jaula. Yo como siempre fui el que estuvo a cargo del oso, la disgustante pero inevitable responsabilidad recayó en mí. Pilas y pilas saque de excremento, y cuando todo había terminado el oso estaba 12 Kg. más delgado.
Todas las noches cuando me voy a dormir sueño con algo recurrente. En ese sueño yo soy el director de mi propio circo junto con Pompon y tenemos cientos de artistas trabajando para nosotros y somos los más exitosos del mercado.
Mi actual director me ha dado la oportunidad de trabajar en escena con el oso debido a nuestra gran química. Estoy feliz, es mi chance de saltar al estrellato y devolverle el honor a esta familia cirquera.

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